
Jack O’Lantern: la tenebrosa historia del alma que dio origen a la calabaza de Halloween
Curiosidades28/10/2025
Redacción
La imagen es inconfundible: una calabaza hueca con una cara grotesca tallada y una vela encendida en su interior. Es el símbolo por excelencia de Halloween. Pero detrás de esta tradición —aparentemente inofensiva— se esconde una historia antigua, oscura y sorprendente que comenzó en Irlanda, mucho antes de los porches estadounidenses decorados en octubre.
El origen de la Jack O’Lantern se remonta a una leyenda irlandesa del siglo XVIII. Un hombre llamado Jack el Tacaño —bebedor empedernido, astuto y egoísta— engañó al Diablo en dos ocasiones. Primero, lo convirtió en moneda y lo encerró junto a un crucifijo. Luego, lo atrapó en lo alto de un manzano. En ambas, Jack lo liberó a cambio de una promesa: su alma no iría al Infierno.
Al morir, Jack fue rechazado en el Cielo por su vida pecaminosa. Condenado a vagar eternamente, el Diablo le dio una brasa infernal que colocó en un nabo hueco para iluminar su camino. Así nació “Jack de la linterna” o Jack O’Lantern.
En Irlanda y Escocia, se tallaban nabos, remolachas o rábanos con rostros aterradores para ahuyentar almas errantes como la de Jack. Estas linternas se colocaban en ventanas y puertas la noche del 31 de octubre —All Hallows’ Eve, origen de Halloween—, cuando los muertos regresaban al mundo de los vivos.
Esta práctica se conecta con el festival celta de Samhain, que marcaba el fin del verano y el thinning del velo entre mundos. Los vivos usaban disfraces, hogueras y linternas vegetales como protección.
Con la migración irlandesa a EE.UU. en el siglo XIX, la tradición cruzó el Atlántico. Los nabos escaseaban, pero abundaban las calabazas nativas: grandes, fáciles de vaciar y vistosas. Así, el nabo fue reemplazado, y las calabazas talladas se integraron en las celebraciones de Halloween, manteniendo inicialmente su propósito protector contra espíritus.
Hoy, las Jack O’Lanterns son festivas, con diseños artísticos, competiciones y tutoriales en redes. Pero su esencia es espiritual: expresan el miedo al más allá, la lucha entre bien y mal, y la astucia humana ante lo diabólico. La historia de Jack advierte que el egoísmo condena incluso después de la muerte —ni el Cielo ni el Infierno lo aceptan.
Con el tiempo, evolucionaron de amuletos a símbolos de terror y diversión, eco de un alma errante con un nabo como única compañía en la oscuridad.



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