

La comunidad global llora la partida de Björn Andrésen (nacido el 26 de enero de 1955 en Estocolmo, Suecia, y fallecido el 25 de octubre de 2025 a los 70 años), el actor sueco que se convirtió en el arquetipo del esposo ideal, doble todo en las japonesas y cuya belleza andrógina marcó generaciones de personajes ficticios.

Conocido como "el chico más hermoso del mundo" tras su rol en Death in Venice (1971), dirigida por Luchino Visconti, Andrésen trascendió el cine europeo para convertirse en un ícono inadvertido de la cultura pop japonesa. Su impacto fue tan profundo que mangakas pioneras lo tomaron como modelo estético para definir el estándar de belleza masculina en el shōjo y el BL.
Keiko Takemiya, autora de Kaze to Ki no Uta (1976), una de las obras fundacionales del género yaoi, confesó abiertamente que modeló a sus protagonistas en Björn. La delicadeza de sus rasgos, su cabello rubio y su aura melancólica se convirtieron en la plantilla para los "chicos bellos" del manga romántico.
Riyoko Ikeda, creadora de The Rose of Versailles (1972), siguió el mismo camino. Oscar François de Jarjayes, la heroína andrógina que revolucionó el shōjo, lleva en su diseño ecos inconfundibles de Andrésen: ojos grandes, facciones finas y una ambigüedad de género que desafiaba normas.
Ambas autoras formaban parte del Year 24 Group, el colectivo de mangakas nacidas alrededor de 1949 que transformó el manga para mujeres jóvenes en un medio narrativo complejo y subversivo.
La huella de Andrésen se extendió a otros géneros.
- Ayami Kojima, ilustradora de Castlevania: Symphony of the Night, citó su influencia en el diseño de Alucard.
- Hyoga de Cisne en Saint Seiya, Los Caballeros del Zodiaco de Masami Kurumada presenta rasgos similares: cabello largo, expresión serena y una belleza casi etérea.
- Incluso Yoshiyuki Tomino, padre de Mobile Suit Gundam, admitió que Char Aznable fue diseñado pensando en el público femenino, con Andrésen como referencia visual para su máscara y carisma enigmático.
Pese a su influencia, la vida de Björn Andrésen estuvo marcada por el peso de la fama. En entrevistas posteriores, habló del trauma de ser objetivado desde los 15 años y de cómo Japón lo convirtió en un fetiche cultural sin su consentimiento.
Sin embargo, su imagen perdura en cada bishōnen que aparece en pantallas y páginas. El primer husbando ya no está, pero su rostro sigue vivo en millones de viñetas.
Descansa en paz, Björn Andrésen. Tu belleza cambió el anime para siempre.



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