Hoy, La Iglesia Católica celebra a Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores. Nacido en Caleruega, Burgos, hacia el año 1170, Domingo se destacó por sus estudios, oración y teología.
Durante sus viajes a Dinamarca y Roma, confirmó su deseo de convertir a los herejes cátaros al catolicismo. Fundó más de 60 comunidades y estructuró su orden de manera sólida. Falleció en agosto de 1221 en Bolonia, Italia, a los 50 años de edad. Santo Domingo de Guzmán fue canonizado en 1234 por el papa Gregorio IX.
En el año 1208, la Virgen María se le apareció y le enseñó a rezar el rosario, instándolo a difundir esta devoción como una poderosa arma contra los enemigos de la Fe. Domingo se encontraba en el sur de Francia, donde trabajaba para convertir a aquellos que se habían apartado de la Iglesia debido a la herejía albigense.
Esta herejía sostenía la existencia de dos dioses: uno del bien y otro del mal. Los albigenses negaban los sacramentos y rechazaban la verdad de que María es la Madre de Dios. A pesar de los desafíos, Domingo perseveró y, con la aprobación del Santo Padre, fundó la Orden de Predicadores
Los cuatro pilares de la Orden de Predicadores son:
Estudio: Los dominicos valoran el conocimiento y la búsqueda de la verdad. El estudio profundo de la teología, filosofía y otras disciplinas es esencial para su misión de predicación.
Oración: La vida de oración es fundamental para los dominicos. A través de la contemplación y la comunión con Dios, buscan la fortaleza y la guía necesarias para su labor apostólica.
Vida Comunitaria: Los dominicos viven en comunidades fraternas. La vida en común les permite apoyarse mutuamente, compartir experiencias y crecer en su fe.
Predicación: La razón de ser de los dominicos es la predicación. A través de la enseñanza, la predicación pública y la evangelización, buscan llevar el mensaje del Evangelio al mundo.
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