
11 detenidos
Como pelicula de terror, los ciudadanos de la frontera vivieron de Juaves a Viernes una escena digna de Viernes 13, esa ciudad que tanto amo Juanga se tiñó de sangre y pólvora.
A las 9:17 pm, en la colonia Héroes de México, el primer zarpazo: un hombre y una mujer fueron ejecutados dentro de una vivienda en Fortín de la Soledad y Puerto Obaldía. Otro hombre, herido de gravedad, luchaba por sobrevivir. Apenas 27 minutos después, en La Perla, un joven recibió un balazo en la pierna frente a Mi Plaza Libramiento, en un cruce donde el bulevar Zaragoza se encuentra con Rancho El Picazo. La noche apenas comenzaba.
A las 10:46 pm, la muerte golpeó dos veces, casi al unísono. En Carlos Chavira, en las calles Victoria Medina Hernández y La Otra Cara de México, un cuerpo cayó. Al mismo tiempo, en México 68, en Che Guevara y Diego Lucero, otro fue silenciado. La ciudad parecía un tablero de ajedrez donde las piezas caían sin piedad.
A las 11:11 pm, en el corazón de México 68, una mujer fue baleada en Manganeso y Gradma. Corrieron con ella a la Cruz Roja, pero el reloj marcó su final minutos después. En ese mismo barrio, otro hombre fue ejecutado, como si la muerte hubiera decidido quedarse en esas calles. A las 11:56 pm, un hallazgo macabro en Islandia y Rusia: madre e hijo, maniatados, sin vida, en una vivienda que ya no era hogar.
La madrugada no trajo tregua. A las 12:15 am, en Coyoacán y Costa Rica, dos hombres fueron asesinados en una tapia, sus cuerpos abandonados como despojos. Media hora después, en El Mezquital, una bomba molotov convirtió un vehículo en una antorcha en Yuca y Romerillo. A las 1:13 am, las llamas volvieron a rugir, esta vez contra la funeraria Del Carmen, como si hasta los muertos fueran blanco. Finalmente, a las 1:47 am, un hombre más fue herido a balazos en Satevó, un último grito en la noche.
Las autoridades, con operativos de los tres niveles de gobierno, peinaron la ciudad en busca de pistas, pero los responsables se desvanecieron como sombras. Juárez, una vez más, se mira en el espejo de su propia tragedia, mientras sus habitantes exigen respuestas y la violencia sigue escribiendo titulares en sangre.