

La escopolamina, mejor conocida como burundanga, es un fármaco con efectos amnésicos y, aunque puede cumplir con fines médicos, a lo largo de la historia ha sido utilizada criminalmente, ya que en dosis altas logra desorientar a las personas a quienes les es proporcionada, pues son incapaces de tomar decisiones propias y, en cambio, cumplen con la petición de sus agresores, a pesar de que eso vaya en contra de su voluntad.
Proviene de la familia de plantas Solenaceace; su flor tiene la apariencia de una lámpara orientada hacía abajo y, aunque parece inofensiva, en realidad tiene efectos muy peligrosos e inmediatos.
En la historia de la medicina llegó a utilizarse, en dosis muy pequeñas, para sedar a pacientes, a poco de ser sometidos a una cirugía; también fue efectiva para controlar mareos, náuseas y vómitos, administrándose vía oral y por medio de parches transdérmicos.
Sin embargo, los antecedentes acerca de su uso se inclinan a actos delictivos, ya que -en grandes cantidades- la burundanga produce efectos secundarios muy graves, que producen en la persona confusión extrema, alucinaciones, visión borrosa, somnolencia excesiva, por mencionar algunos.
Coloquialmente, se le han acuñado diferentes sobrenombres que denotan su peligrosidad, algunos de ellos son "aliento del diablo", "la droga zombie", así como ha sido clasificada como "la droga más peligrosa del mundo".

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